No debo buscarte, y sin embargo me anuncia tu boca el fantasma de la voz.
Promesa dormida, depredador que despierta.
Pacto intangible y renegociable.
Instinto que me afila el limite de los dientes, que me araña desde interior la garganta.
No debo buscarte, y sin embargo me vuelve sin querer tu nombre como una dentellada.
Bosteza la bestia su sed de sangre.
Ha comenzado la caza.
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